miércoles, 4 de agosto de 2010

      Hija... estás durmiendo tranquila... Y yo estoy muriendo en vida. Quiero decirte que estoy muy mal, perdoname pero no quiero, no puedo verte mal, cada vez que te veo mal y te escucho llorar, se me desgarra el alma, el corazón...
      ¿Qué es lo que hice mal? ¿Por qué no sirvo como padre para consolarte y hacerte feliz, por qué?... ¿Por qué tenés que sufrir tanto, mi amor, mi reina?
      Dios, ayudame, ayudala, ayudanos... ¿Qué es lo que hago mal?... No seas cruel, no la hagas sufrir... te entrego mi vida, si es que vale algo, a cambio de su salud. Sin mi hija mi vida no tiene ningún sentido... Dios, te entrego mi alma, mi vida, por la salud de mi familia.
      Hija... me estoy muriendo de a poco, me siento impotente, inservible, no sé que hacer... Pero voy a sacar fuerzas de donde no tenga para seguir luchando a tu lado y dejar mi vida por vos... por ustedes.
      Mi amor, perdoname por no saber, por no poder darte un poco de felicidad... de paz.
      Cada momento de mi vida están presentes, estás presente... Quiero despertarme un dia y poder escuchar tu risa de felicidad, abrazarte, besarte, y que digamos juntos ¡LO LOGRAMOS! ¡LO LOGRAMOS!
      Estoy orgulloso de tener una hija como vos. TE AMO.
      Tu sonrisa me inyecta una dosis de vida, de amor, de felicidad...
      Intentalo, por favor. Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario